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Introducción etnográfica del Val de Roxos, el río y sus molinos. Los núcleos, las canteras proveedoras de piedras al Santiago medieval. Fotos antiguas del valle.
Villestro es una parroquia del rural compostelano formada por los lugares de Reborido, Fraíz, Carlexo, Feáns, Trasigrexa, Quintáns, Portela, Vilastrexe, Roxos, Silvouta, Carballal, Pedrido y Piñeiro. Estas aldeas se fueron conformando tomando dos ejes principales: la carretera de Noia y el propio río Roxos.
Sin duda, el río Roxos determinó en gran medida el paisaje humano de su valle. A lo largo de él se encuentran muchas de las aldeas, inteligentemente situadas en las laderas de los montes para protegerse de los vientos y dejar libres para el cultivo las mejores tierras. El propio nombre indica la importancia de este recurso natural, pues deriva de una palabra prelatina que significa “corriente de agua”, al igual que Sar y Sarela, los dos grandes ríos del ayuntamiento.
Casi podemos describir el paisaje de Villestro a través de la toponimia de sus lugares: la abundancia de piedras en Pedrido, los bosques de altos árboles en Silvouta, la vegetación autóctona en Carballal o Piñeiro, o el paso entre montes por la Portela. Por el contrario, el nombre de Fraíz parece que viene del latín villa Frarici, que significa “la casa de Frarico”, quizá un antiguo habitante del lugar.
Como testimonio de este pasado, también tenemos Pedra da Legua, una zona situada en el margen derecho de la carretera en dirección a Noia. Este topónimo hace referencia al hito material encargado de marcar en el siglo diez las tres leguas que definían el límite entre el Xiro da Cidade y el Xiro da Rocha. Es decir, entre las tierras de la ciudad y las nuevas tierras del contorno rural que el rey Ordoño segundo otorgó á la jurisdicción del arzobispado compostelano. Este hecho dio notoriedad al nombre de Villestro, pues se crearon dos cargos que durante siglos iban a ejercer la justicia en este territorio: el “juez de Luou” y el “juez de Villestro”.
Por lo demás, la vida en la parroquia de Villestro no era diferente de la vida en otras parroquias gallegas dedicadas a la ganadería y agricultura de subsistencia. Aún hoy quedan restos de unos diez molinos en el rio Roxos, lo que indica el uso intensivo de este río, y alrededor de 100 hórreos, prueba de la importancia del trabajo de la tierra hasta hace poco. Diferentes documentos de siglos pasados destacan la calidad y productividad del terreno, la benignidad de su clima templado y la abundancia de manantiales de Villestro, todos rasgos muy propicios para el asentamiento humano. Así es que tenemos restos que muestran una ocupación temprana: desde restos megalíticos hasta las primeras pistas de la ocupación romana del valle de Roxos, al pie del castro de Trasigrexa.
Sin embargo, podemos señalar algún rasgo particular que singulariza a Villestro dentro de Compostela. La siguiente copla nos muestra su principal apodo, que destaca una característica por la que sus habitantes eran conocidos popularmente en la comarca: Carroucheiros de Villestro, Carroucheiros de Villestro, Vintecinco carroucheiros, caben debaixo dun cesto. La recogida de la carroucha para su venta era una actividad humilde pero de mucha importancia en la economía de los labradores en ciertas zonas. Y Villestro se encontraba a escasos kilómetros de un pueblo necesitado de combustible para sus hogares e industria.
Otra particularidad de Villestro tiene que ver con la propiedad de la tierra, en concreto con la propiedad del monte. Tradicionalmente el monte en Galicia es de propiedad colectiva, pertenece a las aldeas. Aún a principios del siglo diecinueve el monte de mancomún suponía entre los tres cuartos y los dos tercios de la superficie gallega. Sin embargo, el caso de Villestro es distinto, pues el monte comunal fue desapareciendo en los últimos dos siglos y medio, debido a que los vecinos decidieron repartirlo (de 4785 ferrados constatados en 1752 a un ferrado en el 2001). Los sucesivos repartos hereditarios nos dejan un panorama actual del monte de Villestro fraccionada hasta el extremo, a la espera de que terminen los trabajos de concentración parcelaria comenzados hace varias décadas.
Otro sello de identidad de Villestro fue su cantería. Junto con la parroquia de Figueiras, sus montes de granito fueron fuente de piedra para el pueblo de Santiago. De hecho, varios canteros llegados de Pontevedra se instalaron aquí. En relación con este terreno granítico, es sobresaliente el importante número de petroglifos que están saliendo a la luz recientemente, la mayoría de la Edad del Bronce. Destaca de forma especial el conjunto de grabados prehistóricos descubierto en el monte de San Miguel.
Por otra parte, Villestro no fue ajeno a los primeros signos de industrialización de Compostela. En la primera mitad del siglo diecinueve empezó a funcionar la fábrica de papel el Pego, que daba trabajo a 16 personas. En la misma zona del Pego, también relacionados con la fuerza conseguida por los ríos Sar y Roxos cerca de su confluencia, existieron dos molinos harineros. Un negocio del que aún hablan los mayores de Villestro, que en verano tenían que acudir a ellos puesto que el río Roxos no siempre tenía el suficiente caudal para mover los molinos vecinales.
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