2ª Parada
Ciudad de peregrinos.
Ciudad de peregrinos.
En esta parada nos acercamos a la puerta por la que los peregrinos que se dirigían a Fisterra abandonaban la ciudad. Incluso fue conocida como “puerta del Santo Peregrino”, pequeño ejemplo de cómo la peregrinación determinó y condicionó la estructura urbana. Estamos en un balcón del pazo de Rajoy, el último de los edificios construidos en la plaza del Obradoiro, que nació en el 1766 con varias funciones: casa del Ayuntamiento, cárceles pública y eclesiástica, y Seminario de Confesores. Para su construcción fue necesario deshacerse del lienzo de la muralla que pasaría exactamente por el medio del edificio, justo bajo nuestros pies.
Como toda ciudad medieval, Santiago estaba defendido por una muralla. Delimitaba el espacio urbano y, por lo tanto, condicionaba la vida de sus habitantes y la configuración y desarrollo del espacio interior. También quedaba diferenciado del espacio exterior, la muralla era una frontera con el espacio rural.
Ya la primera iglesia tras el descubrimiento del cuerpo en el siglo nueve estuvo rodeada de una pequeña muralla. Abarcaba básicamente la catedral, la plaza de la Quintana y el monasterio de San Pelayo de Antealtares. Entonces, es evidente que la ciudad nació como lugar de culto y de peregrinación. Los primeros habitantes fueron clérigos y personal de servicio para el culto.
La nueva muralla hecha en el siglo once por el obispo Cresconio perduró hasta el siglo diecinueve. La longitud se amplió hasta unos 2 kilómetros y le dio al casco antiguo de Santiago su forma almendrada. Con el tiempo su función defensiva desapareció y vivió momentos de abandono debido a los elevados costes de mantenimiento. Pero siguió siendo importante para el control tributario de las mercancías y en el ámbito sanitario, pues el aislamiento de los enfermos era el único remedio conocido para evitar el contagio y controlar epidemias.
Como espacio de transición entre el mundo rural y el mundo urbano, nacieron ante las puertas de la ciudad los arrabales, muchas veces alrededor de monasterios de órdenes mendicantes. Por ejemplo, en la entrada por el Camino Francés se halla aún hoy el barrio de los Concheiros, nombre derivado de la actividad económica de los artesanos especializados en hacer conchas de vieiras, que desde pronto se convirtió en distintivo del peregrino que llegaba con éxito a Santiago.
En los arrabales también se situaban los cultivos y campos que proporcionaban alimentos a la ciudad. El arrabal de la puerta de la Trinidad, ante el que estamos, conserva muy bien el trazado histórico, en el que alternan calles y espacios libres. Fue la principal zona agrícola de la ciudad: las huertas de San Clemente y las huertas de Galeras. Las huertas de San Clemente perduraron hasta hoy y dan nombre a la calle por la que sale el Camino hacia Fisterra: la rúa das Hortas.
Debido al fuerte desnivel de la ciudad, por esta puerta salían las aguas residuales y el agua de lluvia que bajaban desde la Acibechería y calles adyacentes. La rúa das Hortas no estaba empedrada, de modo que en ocasiones la fuerza del agua arrastraba la tierra de la calle y las casas quedaban con los cimientos al aire, con el consiguiente peligro de derrumbamiento. Los vecinos incluso tenían que entrar en las casas mediante escaleras. Esta puerta tuvo durante mucho tiempo esta función de alcantarillado de la ciudad.
En relación con la peregrinación, hay que decir que por esta puerta salían los peregrinos hacia Fisterra. Además aquí se sitúan varias infraestructuras de interés.
Desde sus comienzos, a lo largo del Camino de Santiago se fue creando toda una red asistencial y hospitalaria de ayuda al peregrino, pues las condiciones sanitarias en las que caminaban y se alojaban no eran muy buenas.
En 1486, los Reyes Católicos visitan por primera vez Santiago de Compostela y constatan que la atención a los peregrinos era muy deficiente. Había centros que atendían a pobres y peregrinos, como el Hospital de Santiago que el arzobispo Gelmírez creó en el siglo doce, pero no eran suficientes. Esta es una de las razones por las que deciden construir un nuevo equipamiento hospitalario en el interior de la ciudad que diese servicio a los numerosos peregrinos. El lugar escogido fue la plaza que quedaba a los pies de la catedral, plaza que en aquel momento estaba muy lejos de la entidad y monumentalidad de hoy. Además de hospital, los peregrinos que llegaban a Compostela y conseguían la “carta probatoria” de la peregrinación (antecedente de la Compostela) tenían derecho a tres días de alojamiento gratuito. Durante la construcción de su mirador, a mediados del dieciséis, se eliminó parte de la torre de la muralla que protegía la puerta, ya en ruinas, porque le quitaba vistas. Desde 1954, este edificio forma parte de los Paradores de Turismo de España con el nombre de Hostal de los Reyes Católicos.
Por la parte exterior de esta puerta, se encontraba la desaparecida capilla de la Trinidad, que dio nombre a la puerta, y el cementerio de peregrinos, cerrado en el diecinueve. Capilla y cementerio eran parte de las instalaciones de aquel Hospital de Santiago creado por Gelmírez. En 1508, estos suelos fueron adquiridos para formar parte de las instalaciones del Hospital Real de Santiago. Hoy el terreno en el que estuviera el cementerio se convirtió en un parque laberíntico de boj con un diseño que quiere recordar la intimidad y tranquilidad de un cementerio, en contraposición al marco monumental y bullicioso de la ciudad en la que se encuentra.